Rumanía

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Tengo un mapa donde están marcados los destinos que me interesa visitar, separados básicamente en dos categorías: sitios donde quiero ir y sitios a los que iría si me pillara de paso, subdivididos a su vez en los que más interesan a mi mujer y cuales a mí. Ojo que no digo «países» a visitar sino «destinos», ya que procuramos buscar lugares que llamen nuestra atención sin tener en cuenta a donde pertenecen, porque lo mejor de un país puede ser mucho peor que algo aceptable de otro.

Rumanía estaba en nuestra lista como «lugar de paso»; sólo teníamos marcados dos castillos en Transilvania. Entonces se da la circunstancia de que el billete más barato para volver desde Grecia a España es con diferencia pasando por Bucarest, pudiendo parar los días que queramos. Si eso no es una oportunidad para visitarlo de paso… Tras estar unos días allí hay lugares que nos han sorprendido para bien, y otros que efectivamente, no merecían mucho la pena.

Mi amigo Tom, cuya mujer es rumana, me dijo en 2008: «Rumanía está cambiando a gran velocidad, en 10 años será igual que cualquier otro país de la Unión Europea». Aunque es cierto que la impresión general es más favorable de lo que uno pueda imaginarse, muy rápido tendría que mejorar en un año para que se cumpla el pronóstico de mi amigo belga: carreteras nuevas, vehículos nuevos, globalización… que nadie espere ver el Renault 12 de 1978 circulando, y menos tirado de un burro, eso es cosa del pasado, pero tampoco nos engañemos, Rumanía recuerda a la hermana comunista desfavorecida de Austria:

  • Los edificios en Bucarest son de tres tipos: monumentales en excelente estado, monumentales en estado lamentable y vestigios comunistas a cual menos atractivo, la mayor parte de ellos llenos de pintadas (porque no se los puede llamar grafitis, son pintadas) en los bajos, lo cual empeora la imagen de la ciudad. Y no hablemos ya de su monstruoso Parlamento, uno de los edificios gubernamentales más grandes de mundo, no sabes si es feo o bonito, pero no puedes dejar de mirarlo, justo lo que se pretendía al construirlo. Por otro lado, el centro histórico de otras ciudades, como Brasov, está totalmente restaurado y limpio, es interesante y agradable de ver, lo que hace ganar puntos al país. Las iglesias y monasterios ortodoxos brotan como setas en cualquier parte de cualquier ciudad, y aunque la mayoría no son muy reseñables, los que decidan ir hasta el norte del país verán sus esfuerzos recompensados.
  • Su naturaleza, aunque no espectacular, también es más atractiva de lo que uno se imagina: los cárpatos, y en especial la región de Transilvania, con sus montañas plagadas de castillos, entre los cuales destacan por su fama el de Peles y como no, el de Bran, también conocido como el castillo de Drácula. Y la Transfagarasan es probablemente una de las carreteras más divertidas y escénicas de Europa. También hay un buen trozo de costa en el Mar Negro.
  • Otros aspectos tampoco son muy destacables:
    • La gastronomía es más bien una mezcla de platos típicos de los países vecinos, aunque con algunas aportaciones interesantes, sobre todo en lo referente al repollo.
    • Los rumanos no son especialmente sonrientes ni agradables, ni siquiera muchos cuyo trabajo depende directamente del turismo; ya íbamos prevenidos contra lo pésimo que se dice es el servicio en los restaurantes, pero no hemos podido refutarlo: malos modos, malas caras, malas contestaciones son no ya lo habitual, sino más bien la norma en este país. Cierto es que nuestro contacto con locales se limita a gente de Bucarest y Brasov, estoy seguro que en las zonas rurales la gente debe ser mucho más amigable, o eso espero al menos…
    • Un país barato dentro de la Unión Europea, pero menos de lo que uno se esperaría. Hay que buscar muy bien si se quieren conseguir precios para no turistas en alimentación, restaurantes y tiendas. Es fácil organizar el viaje y desplazarse, siempre que evitemos los taxis en la medida de lo posible.
  • Sí hay un aspecto a destacar favorablemente, y es que contrariamente a lo que se cree Rumanía no es un país inseguro. De hecho, las tasas de criminalidad de sus principales ciudades son casi la mitad que las de ciudades europeas como Marsella, Nápoles, Roma, París o Atenas. Sí, tristemente se ven por la calle muchas personas con aspecto de delincuentes, vagabundos y personas desfavorecidas pero ni se acercan, ni piden, ni molestan a nadie.

Y con todo esto y los artículos siguientes, cada uno que tome su decisión. Por mi parte pienso volver a Rumanía… si me pilla de paso.

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