PAMUKKALE Y HIERÁPOLIS

Estuve aquí: 19 de junio de 2018.
Número de días necesario: en medio día se puede ver todo.
Mi puntuación: 4/5, pero si hubiera la mitad de turistas, 5/5.

Turquía es un lugar de lo más curioso ya que tiene 3 sitios que, aunque se parecen a otros que hay en diferentes países, representan el mejor exponente dentro de su categoría. Uno es Estambul, el segundo Capadocia, y el tercero es Pamukkale, que como la anterior no solo es el mejor sitio de estas características que se puede encontrar, sino que lo es tanto que parece de otro planeta. El llamado «Castillo de Algodón», traducción literal de su nombre en turco, es una sucesión de cientos de piscinas calcáreas formadas por agua rica en caliza Creta (del tipo que se usa para fabricar la tiza) que fluye desde manantiales subterráneos en la parte superior de una colina, cubriendo una gran parte de su ladera, 2,7 km de ancho por 160 metros de altura. Si a ésto le añadimos que el agua emanada es termal y que presenta un precioso color entre celeste y turquesa en las pozas que forma, no resulta extraño que hace miles de años ya se considerase una maravilla del mundo conocido, motivo por el cual los antiguos griegos construyeron una ciudad-spa a escasos metros de la pared blanca llamada Hierápolis, cuyas ruinas se encuentran en el recinto y también se pueden visitar, lo que configura una completísima e interesante excursión. Ambas están inscritas en el patrimonio de la UNESCO desde 1988.

Por si a alguien no le va bien acercarse a Turquía, los lugares que pretenden parecerse a Pamukkale son:

Las Fuentes Termales Mammoth en el Parque Nacional Yellowstone, Estados Unidos, cuyo color no es tan níveo.
Egerszalók en Hungría, precioso, pero en gran parte privatizado.
Huanglong en China, que aunque más escasas, su color turquesa es magnífico.
Y Hierve el Agua en México, con altas cascadas petrificadas de hasta 30 metros de altura.

No serán tan bonitos, pero seguro que son más tranquilos. El único inconveniente es que se ha convertido en una especie de parque temático donde en temporada alta hay que ir esquivando a la gente para avanzar por las zonas donde se permite pasear, familias enteras acuden a pasar el día, los buses de excursiones organizadas aparecen por docenas y las aspirantes a instagrammers acaparan los rincones más fotogénicos durante todo el tiempo que consideren oportuno. Es lo que tiene la fama, no en vano es uno de esos pocos paisajes que cuestan creer que existan.