Prefectura de Miyazaki

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Si a alguien con unos conocimientos básicos de Japón le mencionamos el nombre «Miyazaki» probablemente no sabrá de qué le estamos hablando. Si preguntamos a alguien con conocimientos avanzados, nos dirá que es el apellido de un famoso director de animación, el responsable de películas de éxito como La Princesa Mononoke o El Castillo en el Cielo. Pero incluso esa persona, casi con total seguridad no sabrá que ese apellido viene del nombre de una prefectura que ocupa la mayor parte del sureste de Kyushu, la más desconocida de la región, aunque esto está a punto de cambiar:

Su capital homónima, Miyazaki, es una ciudad tranquila, de gente amable y con muchas comodidades. Es el único sitio del país donde he dormido en una habitación de estilo tradicional japonés para mí solo a precio de albergue, pero por lo demás, es totalmente prescincible.
Y es que si buscamos qué es lo mejor de la ciudad nos dirán que Aoshima, una pequeña y encantadora península o isla según lo alta que esté la marea, a 15 km al sur de la capital.
La Costa Nichinan es otro de sus atractivos. Recorrerla en tren, coche o (y este último está ganando muchos adeptos) en bicicleta es todo un deleite. Playas, islotes y otras formaciones rocosas interesantes se extienden durante cientos de kilómetros en un entorno agradable la mayor parte del año.
Pero la estrella indiscutible, a pesar de que la mayoría de visitantes no acceden desde la propia prefectura de Miyazaki, sino desde la vecina Kumamoto, es la Garganta o Cañón de Takachiho, una increíble joya escondida por los japoneses durante años que muy a su pesar se está haciendo un hueco entre las máximas atracciones del país, por su incomparable belleza y entorno que supera a la imaginación de los cuentos de hadas.

Mi consejo: es cierto que está lejos del eje Tokio–Kioto, pero si cuando vayáis a Japón os da tiempo, id ya, antes de las hordas de turistas descubran la poética Miyazaki.