Actualizado el 18 de febrero de 2019
El monte Fuji o Fujiyama es el icono de Japón por excelencia. Sin embargo, la mayoría de visitantes no lo incluyen en su itinerario, lo cual, aunque pueda parecer extraño, probablemente sea una buena idea. Ver el Fuji en un viaje a Japón es casi el equivalente a ver la aurora boreal en un viaje a los países nórdicos: si tienes suerte podrás verlo y disfrutar de esta maravilla natural, pero nadie debería planificar el viaje pensando en eso. En Japón hay un dicho: el Fujiyama no existe.
La explicación es muy sencilla: la mayor parte del año está cubierto por nubes. De hecho, en un día despejado, el Fuji puede verse desde Tokio; basta con subir a un mirador elevado, como puede ser la Torre de Tokio, el Skytree o el Edificio de Gobierno Metropolitano en Shinjuku, pero también debería poder verse desde el waterfront de Odaiba. Más fácil aún, el Fuji se puede ver desde el Shinkansen en su trayecto Tokio-Kioto; casi el 100% de turistas en Japón realizan esta ruta a la ida y a la vuelta, y casi ninguno se percata.

Sin duda, hay que ir el día en que el servicio meteorológico nos ofrezca garantías de que va a estar despejado. Por lo demás, cualquier época del año es buena para fotografiarlo.

Indudablemente la mejor estampa se consigue durante la floración de los cerezos (Hanami), pero este fenómeno apenas dura dos semanas. En un día despejado, el Fuji es una de tantas imágenes sobrecogedoramente hermosas de este país. Si se combina con floración de cerezos u otras flores, perspectivas desde templos, o paisaje caducifolio en otoño, se convierte en una imagen difícil de olvidar.


SUBIR
Nunca he subido. La temporada oficial es únicamente durante los meses de julio y agosto, cuando están habilitados todo tipo de servicios: albergues, máquinas expendedoras de alimentos e incluso conexiones WiFi gratuitas. La multitud de japoneses y turistas que suben en verano se estima en torno a 150.000. De mayo a octubre hay autobuses desde los principales pueblos hasta la 5ª estación, a 2300 metros de altitud, más allá se acaba la carretera. El resto del año las facilidades no están atendidas y los escaladores deben afrontar por su cuenta y riesgo la ascensión de 3776 metros, generalmente en condiciones de nieve y viento en la parte alta.
CÓMO LLEGAR
La mayoría de visitantes hacen una excursión de un día desde Tokio.
- El pueblo de Hakone, al sureste de la montaña, es la principal entrada para visitar el Fuji. La imagen típica es el volcán al fondo con el lago Ashi en primer plano.
- El Odakyu Limited Express «Romance Car» parte de Shinjuku y tarda una hora y media en llegar. Cuesta desde 1090 ¥ el billete de ida; hay un tren cada 15-20 minutos desde las 7 am a las 6 pm; conviene reservar con antelación en la web oficial. Los trenes de la JR no llegan a Hakone, por lo que el Japan Rail Pass no sirve.
- Hakone se ha convertido en el lugar favorito para pernoctar en las inmediaciones del Fujiyama, debido a la presencia de onsens y alojamientos tradicionales (ryokans).
- Otra zona muy popular es ver el volcán desde la zona de Los Cinco Lagos, donde yo fui.
- Los autobuses desde la Estación de Buses Exprés de Shinjuku terminan en Kawagochiko, tardan 1 hora y 40 minutos y cuestan 1750 ¥ por trayecto; cada 30 minutos, de 6:05 am a 11:25 pm. Tampoco sirve el Japan Rail Pass.
- Es más caro y se tarda más en llegar, pero estarás más cerca del volcán.

Como curiosidad, decir que el Fuji se puede ver de noche, al menos desde la zona de Kawaguchiko, debido a la contaminación lumínica.

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