VENECIA

Estuve aquí: 1 día en febrero de 1995, 1 día en mayo de 2008, 1 día en abril de 2010 y 2 medios días en mayo de 2015.
Número de días necesario: aunque preciosa, la ciudad es pequeña, en un solo día podemos ver lo más importante, pero lo ideal es tener al menos dos, o repetir cada vez que nos sea posible, como intento hacer yo.
Mi recomendación: 5/5.

Siempre hay quien está pendiente de resaltar primero los aspectos negativos. Nos dirán que está vieja, que los canales están verdes y huelen mal, que la humedad en invierno es insoportable y que hay tantos turistas que es imposible disfrutarla. Y si inmediatamente después le preguntáis si es bonita, os dirá que es preciosa. Debe haber un motivo por el cual cada ciudad con canales quiere ser Venecia; si hablamos de la «Venecia del norte» podríamos estarlo haciendo de Ámsterdam, Brujas, Estocolmo, Copenhage o San Petersburgo; la «pequeña Venecia» podría ser la italiana Chioggia o la zona al norte de Paddington en Londres; y la «Venecia del este» podrían ser varias ciudades chinas en la zona de Suzhou, varias de la India, o incluso la ya todopoderosas pero sé Kioto y Bangkok. Todas quieren ser Venecia.

Pero Venecia solo hay una, y hay muchas al mismo tiempo, porque cualquiera que se atreva a salir del recorrido turístico, independientemente del número de veces que la haya visitado, se encontrará a sí mismo inevitablemente perdido e incrédulo sobre cómo ha podido extraviarse en esa pequeña ciudad donde ya ha estado y qué bonito es cada nuevo sitio por el que va pasando. La belleza inigualable de esta ciudad solo compite consigo misma. Los enormes canales repletos de góndolas, limitados por magníficas fachadas en diferentes estados de conservación ofrecen tal vez las imágenes más románticas que el ser humano haya podido plasmar en términos arquitectónicos. Pero su secreto es que los canales pequeños, silenciosos, con una barca aquí, una puerta allá y un tendedero que lo cruza, no tienen nada que envidiar en encanto a sus hermanos mayores. Sus pequeñas iglesias o pasillos porticados e intrincadísimas calles estrechas provocan una fascinación difícil de comprender, uno no se explica por qué estos elementos rebosan atractivo cuando en otra ciudad apenas les prestaría atención. Y cuando eso se acompaña de maravillas como los Puentes de la Academia y Rialto, la Plaza de San Marcos con su Basílica y su Campanille y sus grandes iglesias y palacios, algunos de un lujo interior inesperado, tenemos la ciudad estéticamente perfecta.

Personalmente después de 4 visitas aún no he visto lo viejo, no me ha parecido que ningún canal oliera mal, no he pasado calor ni frío y ni siquiera me ha parecido que hubiera tantos turistas. Ciudad única y grandiosa, de Venecia solo me quedo con lo bueno.