Actualizado el 19 de enero de 2019
La capital de Bélgica tiene varios lugares que merecen visitarse, y aunque algunos están alejados del centro, ciertamente un día debería ser suficiente para hacernos una buena idea de lo que es la ciudad. Un segundo día estaría dedicado a museos. Y como dice mi amigo David, un hipotético tercer día a comer chocolate y gofres y beber cerveza.
ITINERARIO
Comenzamos en el símbolo del país, el Atomium. Es una representación tridimensional de un átomo de hierro, a 165.000 millones de veces su tamaño. Esta estructura de acero de 102 metros se construyó para la Feria Mundial, también llamada Exposición Universal de 1958. Ocurrió con el Atomium lo mismo que con la Torre Eiffel: la idea era que fuese desmantelado al terminar ésta, pero acabó convirtiéndose en una importante atracción turística. En el interior, aparte de los miradores, hay exposiciones permanentes y temporales.

Para llegar lo más sencillo es ir en metro (estación Heysel / Heizel). Abierto diariamente de 10 am a 6 pm. Entrada de adulto 15 €. Junto al Atomium, aprovechando las instalaciones de la exposición universal, hay otras atracciones, entre las cuales la Mini Europa es la más popular.
Volvemos al metro, tomamos la línea 6 y nos bajamos en la estación de Simonis / Elisabeth. Desde ahí caminamos 15 minutos por el parque Elisabeth hacia la Basílica del Sagrado Corazón, uno de los edificios religiosos más grandes del mundo. Es ciertamente imponente, y aunque no presenta los rasgos delicados de la mayoría de edificios clásicos belgas, merece la pena visitarlo. Abierto de 9 am a 5 pm mayo – septiembre, 10 am a 4 pm octubre – abril. La entrada es gratuita. Si se quiere subir a la zona superior cuesta 5 €.

En la zona posterior a la Basílica está la estación de tranvía College – Sacre Coeur, donde se puede tomar el tranvía de vuelta a la estación de metro Simonis / Elisabeth, o volver a cruzar andando el parque. Desde la estación, tomaremos la línea 2 o 6 hasta Botanique, que como su nombre indica, está junto al Jardín Botánico.

Ya estamos en el centro, por lo que el resto del itinerario está pensado para ir a pie. Desde el Jardín Botánico, seguimos hacia el sur por la bonita Rue Royale hasta que a la derecha aparecerá la hermana gemela de la Catedral de Notre Dame de París, llamada aquí de San Miguel y Santa Gúdula. Abierta de lunes a viernes 7 am a 6 pm; sábado y domingo de 8 am a 6 pm, pero las visitas sólo se permiten hasta las 3:30 el sábado y 2 pm el domingo. Entrada gratuita, por lo que no entiendo aún por qué no entré, aunque por las fotos que he visto del interior no parece que me perdiera mucho. Se pueden visitar las criptas (3 €) y el tesoro (2 €); también las torres mediante cita al mail etkt@skynet.be.


Seguimos en dirección suroeste, pasando a ser posible a través de las Galerías Reales Saint Hubert, hasta la plaza mayor (Grand Place). Dominada por el imponente ayuntamiento de estilo gótico, cada uno de los edificios es una obra maestra.

Y ahora, para los que quieran, vamos a ir al mayor pufo de Bélgica y uno de los mayores que he visto nunca, y es que no se entiende la fama mundial del Manneken Pis, una pequeña escultura de bronce de poco más de medio metro de un niño pequeño haciendo pis, exactamente igual al que hayamos podido ver en la fuente del jardín de cualquier mansión europea. Hay muchas historias referentes a su origen, la mayoría siguen dos líneas:
- El niño apagó el inicio de un fuego o la mecha de una bomba orinando.
- O bien fue un tributo de unos padres agradecidos cuando fue encontrado su hijo perdido orinando en aquella esquina.

La cuestión es que el muñequito tiene incluso un museo donde se exponen los cientos de trajes que tiene. Desde la Grand Place, hay que seguir por la calle que está inmediatamente en el lateral sureste del ayuntamiento y la estatua estará en la cuarta esquina a la derecha. Como contrapunto, hay otra escultura llamada el Jeanneken Pis, que representa en vez de un niño, a una niña haciendo pis. Es más difícil de encontrar. Esta en una calle sin salida a la derecha según salimos a la mitad de las Galerías Reales.
Una vez fascinados con semejante obra maestra, continuamos dirección sureste, llegando a la zona de los museos. Aquí se concentran, además de varios edificios históricos, los museos Reales de Bellas Artes, de Arte Moderno, Belvue, y quizá el más llamativo, el de Instrumentos Musicales, situado en el edificio art decó Old England. También se encuentra a a penas 200 metros en dirección sur la Iglesia de Notre Dame du Sablon, considerada una de las más bellas de la ciudad.



Hacia el este dejamos a la izquierda el Parque de Bruselas y a la derecha el Palacio Real. En unos minutos llegaremos al Barrio Europeo, sede del Parlamento Europeo, la Comisión Europea y mucho otro edificio gubernamental, que destacan por estar hechos de vidrio, contrastando con la arquitectura predominantemente gótica de Bruselas para dar una imagen de modernidad.

Y más al este, la última zona es el Parque del Cincuentenario. Tanto el parque como los magníficos edificios que lo rodean fueron construidos para la Exposición Universal de 1880, que coincidía con el 50 aniversario de la independencia de Bélgica. Uno de los más reconocibles es un arco, que parece una copia (y con Notre Dame ya son dos) de la Puerta de Brandeburgo de Berlín.

A ambos lados están los museos de:
- La Armada e Historia Militar.
- Del Cincuentenario. El único que visité, desde luego es curioso de ver, bastante original.
- Autoworld, museo del automóvil.
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