SEATTLE

Estuve aquí: varias horas en agosto de 2017.
Número de días recomendable: 1.
Mi puntuación: 2/5.

En los años 60-70 alguien dijo, «ahora que tenemos dinero, vamos a hacer poco a poco una gran urbe, moderna, dinámica, actual:

Tendrá un centro con rascacielos. Como los de los 70 y 80 en unos años se verán desfasados, en el siglo XXI añadiremos algunos más altos y de cristal.
Que esté cerca del mar o un gran lago, para poner ferries que vayan a las zonas colindantes y puertos deportivos con veleros, que eso siempre es agradable y viste mucho.
Parques y paseos siempre que sea posible.
Y además le vamos a poner una torre fea y alta».

Y más de uno copió su idea. El resultado es que si aparecieras por arte de magia en Vancouver, Toronto, Sídney, Perth, Melbourne, Auckland y algunas más, incluso habiéndolas visitado todas te llevaría un buen rato deducir donde te encuentras. Por mucho que nos quiera convencer Hollywood con sus múltiples series y películas aquí ambientadas, Seattle no es más que otra de estas ciudades fotocopia producto de la economía boyante entre los años 70-80. Será porque es la última de esa lista que he visitado pero considero que no aporta mucho al conjunto:

Junto con Vancouver, es la ciudad donde más llueve, pero los parques de Vancouver son incomparablemente mejores.
No hablemos ya de las adiciones de Sidney, como el jardín botánico, el puente y la ópera.
Aunque tiene un buen ambiente, moderno y alternativo a la vez, personalmente me gusta más el de las ciudades de Oceanía y Canadá.

Seattle no está mal, pero tampoco pasa nada si no la ves. Para los amantes de las artes marciales, la tumba de Bruce Lee es lo único que no se puede encontrar en ninguna otra parte. La torre, los ferries, los rascacielos, el mercado tradicional restaurado, los restaurantes y los hypsters son básicamente los mismos que ya habréis visto en otras ciudades similares.